Generalmente las infecciones causan cierto grado de lesiones a nivel celular disminuyendo la función específica del órgano afectado. De este modo, parásitos como el plasmodium falciparum que ataca eritrocitos trae como consecuencia la manifestación de una anemia hemolítica. En el caso del virus del VIH su composición proteica posee componentes que son capaces de reconocer ciertas moléculas presentes en las membranas de los linfocitos T y monocitos.
El sistema inmune es una intrincada red de protagonistas donde cada célula posee una acción específica, nadie duda que de todos estos agentes el más conocido en la jerga común sean los linfocitos. Dentro de los linfocitos se puede encontrar dos tipos de variadedas: Linfocitos B y Linfocitos T. Los primeros están encargados de la inmunidad humoral secretando anticuerpos que se unirán a diversos antígenos transportados en la sangre. Mientras que los linfocitos T se encargan de la inmunidad celular controlando a estas mediante interacciones con partículas específicas.
Dentro de los linfocitos T se encuentran dos subvariedades, aquellos que expresan en su membrana una proteína llamada CD4 y otros que expresan CD8. Los CD4 son capaces de reconocer unas proteínas (HLA II) presentes en algunas células cuya función es expresar antígenos procesados, es decir, un agente patógeno que fue atrapado por esta célula, procesado y digerido. La digestión lisosomal conlleva una partición en pequeñas moléculas del agente y la expresión de estas en la membrana por parte de proteínas que son reconocidas por los linfocitos CD4. Este reconocimiento trae aparejado el comienzo de una respuesta específica en contra de ese agente.
El virus del VIH posee proteínas en su membrana llamadas gp120 y gp41. La primera es capaz de reconocer y fijarse a la proteína CD4 y la segunda es necesaria para la fusión junto con un receptor que se encuentra en la célula afectada. CXCR4 para el linfocito y CCR5 para monocitos.
Esta serie de interacciones favorecen al virus para ingresar a la célula, transcribir su ARN a ADN, empalmar su ADN al material genético celular y utilizar la maquinaria de síntesis propia del linfocito o monocito para sintetizar nuevos virus. Cuando el ciclo está concluido, los nuevos virus se vuelcan al torrente sanguíneo y comienzan la infección de nuevas células mientras el leucocito infectado muere. Esto genera una disminución de linfocitos CD4, principalmente, con la capacidad de respuesta del sistema inmune comienza a declinar hasta llegar al punto de inmunodeficiencia y el aprovechamiento por parte de agentes patógenos oportunistas.
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